viernes, 29 de abril de 2011

Cocinando...

Una de las cosas que más me gusta hacer es cocinar.... diría más, convertirme de vez en cuando en maruja total.

Voy a la compra bien temprano, escojo unos tomates maduros para la salsa, examino los ojos de la merluza a ver si están hundidos o no, dudo si comprar unos boquerones para hacer zepelines, hablo con unos y con otros...., llego a casa, me planto el delantal, enciendo la radio y ..... empiezo a cocinar....


Poco a poco toda la casa se va impregnando de los aromas de la cebolla frita con el pimiento verde. Voy cortando el tomate en dados pequeños para que se deshaga bien, esperando el momento para echarlo a la tartera con un chorrito de brandy, una pizca de orégano, tomillo, albahaca, un pellizco de azúcar y un poquico de canela (ssss......ése es el secreto). Me inclino sobre la cazuela, cierro los ojos y lo huelo...mmmm, qué hambre!. Lo pruebo chupándome el dedo, para ver cómo está de sal y decido ponerle media pastilla de avecrem. En la radio suena Brasiiiil, lalalalalalá y meneo el culo. Algunas burbujas, de ésas que hacen chupchup y salpican, empiezan a aparecer en la salsa, que se va poniendo de un color rojo oscuro. Ulises duerme en su cama al lado del balcón. Miro el horno para comprobar si el bizcocho de zanahorias por fin sube, le clavo un palo de brocheta a ver si ya sale limpio y fffffff.........un olor dulce y cálido me envuelve..... La lavadora acaba, huele a suavizante por todos los rincones....


Y la magia aparece, y la casa se convierte en un hogar... Los olores, el sonido de la radio mezclado con el chupchup de la salsa, el delantal con alguna que otra mancha y el paño de cocina colgando del hombro derecho, los suspiros de Ulises durmiendo a pata suelta....


Entonces me siento feliz, me imagino de abuela, pasando tardes enteras preparando pasteles, manchada de harina y mermelada de albaricoque, disfrazada de pirata con mis nietos, porque claro!, es absolutamente necesario llevar puesto un pañuelo de calaveras en la cabeza, un fajín colorao y hacer la danza de la pata de palo, para que la tarta sea mágica y así, por la noche, cuando nos quedemos durmiendo, poder volar e ir a la Isla Tortuga a saludar a Peter Pan.


Un día de éstos!


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