lo modulo, lo controlo,
le subo y bajo la intensidad.
Por la mañana te olvido.
Por la tarde, si estoy fuerte,
te rescato de la memoria.
Quisiera ausentarme, perderme un rato, olvidarme del espacio cotidiano y vulgar que me rodea e irme a mi mundo.
Pero no puedo, pensar eso es una solemne gilipollez, pues esto que no me gusta es mi mundo, el que yo he construido y del que ahora quiero huír.
En definitiva, yo, o al menos una parte de mí.
Es curioso, sentir esa enorme responsabilidad respecto a esta vida que no me gusta me libera. Es como si una voz de repente me dijera: Ey, tú, ahora que conoces el poder que tienes, puedes elegir entre joderte la vida, perder la risa, la ilusión, la pasión, la belleza o VIVIR.