miércoles, 4 de septiembre de 2013

Quiero una cocina, oiga

Quiero una cocina. Una cocina de las de antes, normales y corriente, nada de esas moderneces de barra americana y casa loft. Yo quiero una cocina de las de verdad.
Es que es menos solemne y más entrañable oiga, que parece que si se sienta uno con la visita en el salón ya tiene que hablar todo el rato y de cosas pseudo-interesantes.
Una cocina da para mucho, oiga. Esas charlas de todo y nada, que surgen de la profunda meditación tras mirar un canelón de atún, con una copa de vino o una cervecita mientras escuchas la radio.
Yo quiero una cocina con mesa grande. Para ensuciarla y llenarla de harina y aún con eso, hacer un hueco en una esquina para tomarme un té. Para que quepan muchos platos y poder probar muchas cosas.
Y nada de una cocina de esas todas blancas e impolutas, uy! por dios qué cosa más fría y más aséptica!. No,  yo quiero una cocina con manteles de cuadros y una ventana con flores y cortinas. Y con muchos colores!
Para no pensar en nada sesudo.
Que quiero una cocina normal, como la de mi abuela, oiga.

La centrifugadora social

El otro día, de repente, por fin le puse nombre a algo que me rondaba la cabeza: la centrifugadora social. Andaba yo dándole vueltas y vueltas (se ve que por mimetizarme con el mundo-lavadora) al fenómeno éste de la exclusión social, cuando lo vi claro: vivimos en un permanente programa de centrifugado.
Mi cadena de pensamientos fue la siguiente:
recursos escasos - dificultad en el pago de deuda - penalización con MÁS DEUDA - ruido de lavadora - imposibilidad de pagar esa penalización - recursos más escasos - mayor penalización - ruido de centrifugado - empobrecimiento - brrrrum brrrrrrummm .... EXCLUSIÓN DEL SISTEMA - centrifugado social.
(Válida para todas las escalas, teniendo en cuenta únicamente la variable económica, que si añadimos otros factores se hace este post muuy largo y muy aburrido y no lo leéis)
Comienzo a darle vueltas al asunto hace unos años, cuando uno de los desastrosos gobiernos de este trozo de tierra impuso severas medidas de penalización económica para aquellas autonomías que no cumplieran con el ajuste del déficit. En ese tiempo, pensé que eran completamente idiotas, con todo al respeto a los idotas de calle:
Si no cumplen con el déficit porque no tienen recursos y tienen (tenemos) que andar pidiendo prestao pa subsistir, ¿cómo c...&%$ le quitas recursos? ¿Cómo no le proporcionas las herramientas suficientes para promover una auténtica autonomía, en el amplio sentido de la palabra? ¿Qué entendemos por la justa distribución de los recursos públicos?
Y como tó se pega, posteriormente, a una escala individual, me he ido dando cuenta de que el comportamiento es similar: no pagas la luz porque no tienes moñonos suficientes, te penalizo chaval; te pasas dos días en el pago de la ESCLAVITUD (léase hipoteca) porque estás esperando a cobrar, pues como que debes el doble; que te retrasas con la factura del móvil, pues que te aplico 20 eurillos más por el morro... Así, si a principios de mes tiene uno un presupuesto de 100, cuando va, arrastrando la bola de su deuda, pagando como puede su miseria, se da cuenta que debe 150, y de que obviamente no lo va a poder pagar tó...
Medidas que aplican los seres: recortes en necesidades básicas, ésas que estaban en la base de la pirámide de Maslow: refugio, alimentación.... En el caso de la administración pública se recorta en educación (enseñar a la gente cómo buscarse el pan); sanidad (si estás enfermo, mejor te mueres que así nos quitas gasto); y servicios sociales (tira a comer piedras del río!). Paradójicamente el presupuesto para Defensa (esbirros de los ladrones de guante blanco) se incrementa.....

Y así, sin pan, sin fuerzas, tanto como individuos como sociedad, y metidos en una lavadora con el programa de centrifugado a tope, nos vamos yendo todos contra la pared.
Por favor, el que pueda que apague la lavadora... o qué se yo, que se meta un calcetín por algún agujero y la estropee.

Visitors to this page