jueves, 14 de abril de 2011

Nosotros, "los excluidos"

Se empieza a salvar el mundo salvando un hombre cada vez.

Todo lo demás es romanticismo grandioso o política.

Charles Bukowski

Todos los seres humanos son también seres de ensueños.

El soñar une a toda la humanidad.

Jack Kerouac


(Aunque un posible amigo diría que esto es reciclaje, jejeje, aquí dejo estas letricas, por si algún ser más lo quiere leer).


Oigo la palabra "sindicato" y lo siento como algo ajeno, incluso, la mayoría de las ocasiones podríamos decir que hasta me indigna, pues lo siento como un elemento que opera a favor de las actuales tendencias de exclusión, individualización, fin del colectivo....

El hecho de que unos señores sin apenas legitimidad, más que nominal y de herencia de un pasado que ya no existe, se arroguen la "lucha" por los derechos de los trabajadores hace más mal que bien. Por el afán de continuación en un status se aferran a fórmulas ya caducas, desde las mismas palabras (obrero, patronal, diálogo social, etc...) hasta las estrategias para afrontar nuevos retos, aunque seguramente ni siquiera hayan reflexionado sobre ellos o los pasan por alto deliberadamente.


El movimiento obrero, prefiero llamarlo así para ir enmarcándolo dentro de los movimientos sociales, tiene su razón de ser en la tradicional oposición entre capital y trabajo, entre dos fuerzas antagónicas, en cierto modo, y complementarias entre sí.

mmmm.......¿complementarias? siempre que se adopte el capitalismo como modo de producción, claro está, pues en esos términos el capital sí necesita del trabajo. Sin embargo..... si jugamos con otras normas, el trabajo puede ser independiente del capital, e incluso éste, como sinónimo de acumulación, ni siquiera existiera. (pero dejaré de soñar con otros mundos....)


El escenario en el que nos movemos actualmente tampoco es el mismo que el que promovió el desarrollo de movimientos obreros. Actualmente, la economía inmaterial, la exclusivamente financiera, mueve muchos más recursos que la economía material. Tal y como dijimos en alguna reflexión anterior, el capital se autogenera en los mercados financieros y, por tanto, la esfera productiva, tanto en términos de capital como de trabajo, está experimentando una pérdida de peso específico. Desde este planteamiento las viejas reivindicaciones del movimiento obrero no tienen razón de ser: ya no existe el obrero, tal y como se ha entendido tradicionalmente; no existe una lucha de clases, pues a la clase obrera no la ha sucedido ninguna otra; existe una incipiente realidad, en cuanto que clase de excluidos, pero, quién se identifica como tal, quién está dispuesto a manifestarse en una situación de "en peligro de exclusión", que quizás sea una de las características que más compartamos. Estamos ante una "sociedad fragmentada", como diría Mignone; o en una "sociedad líquida", según Bauman; ..... ¿en un mero agregado de individuos?


Algunas de las razones por las que hemos llegado al panorama actual ya las hemos ido viendo poco a poco, reflexionemos entonces sobre alguno de los problemas u obstáculos con los que se podría encontrar un nuevo movimiento social de "excluidos":


- El problema de las estructuras que adoptan formas jerárquicas de organización. Formas demasiado rígidas de funcionamiento y, por lo tanto, con problemas de adaptación a un entorno cambiante.


- El problema de la representatividad, que tiene dos dimensiones y que afecta a todos los ámbitos de representatividad política. Por un lado, una crisis de legitimidad promovida por el abuso de las facultades de delegación, así como por un distanciamiento respecto a los representados, al desligarse de las bases y convertirse en un grupo endogámico más de la élite.

Y, por otro lado, es una fórmula que no capta la actual disparidad de intereses existente en la sociedad. Deberíamos avanzar hacia estrategias de funcionamiento más democráticas, hacia un nuevo empoderamiento de las bases sociales.

Pensemos que el sistema de representación es propio de un momento histórico diferente al actual, en el que tanto las nuevas tecnologías nos brindan la posibilidad de explorar nuevas formas de participación ciudadana; como un momento histórico en el que las conexiones y el potencial de interactuación nunca habían sido tan intensas.


- Sin embargo, ese potencial tiene que encontrar un objetivo común y aquí es donde está la madre del cordero, la falta de comunidad, de colectividad, de un nosotros. Los nuevos movimientos sociales, que los hay, responden a un modelo de actuación inmediato, reivindican un objetivo en concreto y más allá de ese instante se diluyen, sin un pasado, sin un futuro, sin prolongarse el tiempo necesario para construir una identidad. (el problema del tiempo de nuevo). Y un cambio profundo en la forma de organizarnos requiere de un tiempo prolongado para crear algo más que el propio individuo. Es tarea difícil, pero por algún sitio hay que empezar: dejemos de lado el yo,yo,yo y empecemos a hablar de un nosotros, a compartir quién somos, lo que soñamos, nosotros, "los excluidos".

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