martes, 21 de julio de 2009

La felicidad

De vez en cuando, Er me llama para contarme sus "penas", y últimamente yo le pregunto - es que tienes ganas de estar triste?.

Cada vez estoy más convencida de que la felicidad es un estado mental y de que se aprende.

lunes, 20 de julio de 2009

Una poesía de Borges

Ya no seré feliz. Tal vez no importa.

Hay tantas otras cosas en el mundo;

un instante cualquiera es más profundo

y diverso que el mar. La vida es corta

y aunque las horas son tan largas, una

oscura maravilla nos acecha,

la muerte, ese otro mar, esa otra flecha

que nos libra del sol y de la luna

y del amor. La dicha que me diste

y me quitaste debe ser borrada;

lo que era todo tiene que ser nada.

Sólo me queda el goce de estar triste,

esa vana costumbre que me inclina

al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.

martes, 14 de julio de 2009

Cómo se hace eso, mamá?

Me duele acordarme y no acordarme.

Me duele olvidarme tan rápido de un rostro, de una voz, de una risa, de una idea, de los momentos pasados y de los imaginados.

Es como si el corazón y la cabeza se hubiesen puesto de acuerdo para sumirse en una especie de letargo, para narcotizarse frente al dolor y distraerse.

Como si todavía no estuviesen preparados para afrontarlo, lo aparcan. Se rellenan de sucedáneos de vida.

Ya no pienso, ya no siento. Hasta el corazón me late más despacio, sólo lo suficiente para mantener el cuerpo con vida.

Una vez le dije a mi madre que lo que más me dolía era el no entender, ella me dijo que no podía tratar de entenderlo todo. No le hice caso. Hoy me acuerdo de ese día y me gustaría preguntarle cómo se hace eso, vivir sin entender y que no duela.

viernes, 10 de julio de 2009

Una tarde con Elisa

Llevaba un tiempo que me había abandonado la música, que andaba un poco tristoncilla yo. Pero esta semana, poco a poco, ha vuelto.

Estaba esta mañana escuchando Everyone´s gone to the moon de Nina Simone (viva la señora Simone!!!), cuando me he acordado de Elisa.
Elisa es una interesantísima personita de 6 años, que me tiene fascinada y que hace un tiempo me dió una de las mejores lecciones que me han dado en la vida y que yo, como soy un poco idiota, aún no he terminado de aprender.

Una tarde, su madre tenía que hacer algunas cosas y se quedó conmigo. Se quedó sentada a la mesa de mi despacho, tranquila, introvertida, esperando pacientemente a que viniera su madre, sin pedir absolutamente nada, simplemente miraba por la ventana y de vez en cuando me sonreía. Como ya he dicho que padezco de idiotez, yo no paraba de hablar, de preguntarle cosas del cole, de sus amigos, le dije si quería pintar o jugar a algo, pero ella me decía tranquilamente que no. Me acordé de una bolsa de chuches que tengo en el armario y le ofrecí, ella cogió sólo una piruleta y se la guardó en el bolsillo.

- Elisa, cariño, puedes comerte la piruleta ahora y coger lo que quieras para luego.
- Es que prefiero guardármela para cuando me apetezca de verdad.

Toma ya!
Me reí y me atraganté, porque yo ya tenía tres gominolas en la boca.

Pero eso no fue todo, como yo seguía hablando me dijo: - Cristina, no hace falta que me hables, podemos mirar por la ventana y ya está.
Y me enseñó el silencio y la agradable intimidad que se crea al compartirlo.
Nos quedamos allí, mirando los árboles y las nubes, y de vez en cuando, nos sonreíamos.

lunes, 6 de julio de 2009

No quiero vivir en Revolutionary Road

De vez en cuando, hay cosas que te llegan al alma. Normalmente te la rompen, te atizan, te sacan de una sequía de lágrimas o te reabren heridas malcuradas.
Ayer vi Revolutionary Road. Desde el principio hasta el final de la película fue un continuo martilleo en el corazón, muchos golpes, repetidos golpes...toda ella una enorme bofetada.
Lloré en silencio y en seco.
Cuando terminó, A me miraba raro, pero no se atrevió a preguntar, a hablar, a indagar....pasó por encima, como siempre, sin llegar a tocarme el alma, como si quemase.
Salí a la calle con Ulises, con el estómago en la garganta y envuelta en lágrimas invisibles. Alguien en el parque me preguntó de qué iba la película....De vidas vacías, le dije.
Cuántas veces en la vida sentimos que el corazón se nos sale del pecho? Cuántas veces vemos la chispa en unos ojos? Cuántas veces cantamos, bailamos, gritamos a grito pelao? Cuántas veces jugamos y nos divertimos y aprovechamos el tiempo disfrutando de él? Cuántas veces sentimos un irrefrenable impulso de besar o de estrujar a alguien como una bayeta vileda? Cuántas veces creemos que somos el personaje de un cuento o de una peli? Cuántas veces somos cómplices? Cuántas veces nos encontramos con alguien especial? Cuántas veces metemos un zapato en la nevera? Cuántas veces echamos una carrera por la playa? Cuántas veces nos quedamos despiertos toda la noche viendo pelis? Cuántas veces nos tumbamos en la hierba a ver el verde y el cielo? Cuántas veces viajamos sin saber adónde vamos? Cuántas veces vivimos sin saber la hora? Cuántas veces lloramos por un amor? Cuántas veces amamos? Cuántas veces creemos en la magia? Cuántas veces nos perdemos en un paraíso.... Cuántas veces..... Cuántas veces ...... Cuántas veces ....... Cuántas veces vivimos?
Pocas, muy pocas, demasiado pocas.
Hasta que llega un día en que ya, ni queriendo, podemos hacerlo, porque miramos alrededor y nos damos cuenta de que estamos muertos.

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