viernes, 8 de abril de 2011

A media tarde...


¿Qué música ponemos?....mmmm..... Jacques Brel nos lleva a la Polinesia, Vinicius de Moraes a Brasil....Ya está!, Sherezade, de Rimsky-Korsakov, y nos vamos a la Toscana.


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Cierra los ojos..., oyes cómo se mezclan los violines con el sonido de las hojas del sauce llorón? Es precioso...., escuchas cómo se hablan?, están jugando al escondite las notas y el susurro del viento...


- "ay, ay, ay que te pillo", "uy, ese violín casi me alcanza"- le dice la brisa a la flauta.

Me encanta venir a esta casa, está en medio de ningún sitio, rodeada de naranjos, y en esta época el olor a azahar impregna todo el aire. ¿Te acuerdas de O? su teoría era que el azahar nos trastonaba, mmm... puede ser.... el azahar, el aire fresco, esta casa, la pasta casera o el vino que compramos en Pienza.... pero seguro que será el azahar, jeje.


Son bonitos estos ratos de no hablar, de silenciosa compañía. Te miro de reojo cómo lees acostado en la hamaca, estás concentradísimo, se ve que te está gustando el libro que te compraste en el aeropuerto. Me levanto despacio para no molestarte y me voy a dar un paseo.


Siempre que paseo por aquí, por estos paisajes donde te camuflas entre mariposas y amapolas, sin cables, ni asfalto a la vista, respiro y me siento parte de esto, pequeña y grande a la vez. Soy consciente del aire que acaricia mi piel, del calor del sol, de las pecas de mi nariz, del olor a tierra, noto la textura del camino bajo mis pies....


Respiro hondo, intentando quedarme aquí, guardarme todas estas sensaciones, tesoros que guardas para rescatarte del gris....

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