viernes, 27 de febrero de 2009

El gorro

Una señora que casi no mueve una mano me ha hecho un gorro.
Tiene rayas rojas y beige, parecido al de Wally.
Es de esa lana caliente, fuerte y suave, de la que abriga pero sin picar.
Está todo bien rematadito por dentro, se nota que con mucho cuidado, sin dejar un solo hilo fuera de su sitio.
Puesto, abriga lo justo, lo suficiente para mantener las orejas calientes y sentirte protegido contra el frío.
Huele a casa, a una mezcla de lejía y pino y rosquillas.
Venía envuelto en papel de regalo con dibujos de Papa Noel y atado con un lazo de lana rojo.
Me lo dejo puesto.
Me emociono.
Estoy contenta.
Este gorro no tiene precio, es tan valioso que ni con todo el dinero del mundo podría comprarse.
Me siento rica, tremendamente rica.
Y te echo un poco de menos para poder enseñártelo.

miércoles, 25 de febrero de 2009

Otra manía, otro juego

Son muy pocas las veces en las que uno puede ser un poco libre y aún son muchas menos las personas con las que se pueden compartir esos momentos.
La mayor parte del tiempo procedemos de acuerdo a unos roles y a unas determinadas pautas de comportamiento.
Parece ser que un elevado grado de determinismo rige nuestras vidas, con lo que la creatividad, la originalidad, la espontaneidad, el individualismo ( si es que existe ), ....., apenas aparecen. Desde la forma de sentarnos, la comida que tomamos, la ropa que nos ponemos, las palabras que utilizamos....todas nuestras acciones conllevan un significado no elegido por nosotros, sino que nos viene dado previamente.
Hace un tiempo, coincidiendo con el momento de empezar a pensar que mi vida es mía y de que, por ahora, sólo dispongo de este tiempo y de este momento para dotar de significado a eso que llamo Cristina, comencé con la manía de preguntarme "por qués" y "para qués".... Y, a la vez, intentar conciliar aquello que pienso y siento con lo que hago y probar alternativas a esos significados previos.
Con el tiempo esa manía se ha ido convirtiendo en una forma de vida que me ha hecho olvidar la anterior, en un refugio, en un juego...
La única pega que le encuentro es que es muy difícil de compartir y, a veces, aunque cada vez menos, no sé porqué, me duele un poco sentirme sola.

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