jueves, 28 de abril de 2011

Revelaciones

A veces tengo lo que yo llamo “revelaciones”. Son esas cuestiones a las que les llevas dando cien mil vueltas desde hace un montón de tiempo y, de repente, sin estar pensando en ellas conscientemente, se presenta la solución o el camino ante tus ojos.


Bien, pues hace poco he tenido una. Los que más o menos me conocéis sabéis que, de vez en cuando, me dan “pájaras”, estados de tristeza o desánimo en los que me cuestiono todo lo que tengo a mi alrededor, en plan “¿Qué coño estoy haciendo con mi vida? ¿Es esto lo que quiero?”.


Normalmente, el detonante suele ser un sentimiento de profunda soledad existencial, como individuo, y una necesidad de sentirme parte de algo más. Cuando identifiqué esta chispa me puse a pensar en ello y el otro día, mientras hacía una ensalada, tuve la “revelación”, que seguro que a muchos os parecerá de lo más obvio, pero a mí es que me cuesta un poquico más.


Creo que desde que somos pequeños se fomenta el individualismo, la autonomía, la independencia.... (¿educamos bien a nuestros niños?), no se fomenta el pedir ayuda, el no saber, el no poder, el necesitar de la colaboración de los demás. El sistema está montado de manera que cada uno de nosotros ha de funcionar de forma independiente y en competencia con el otro, los individuos a los que más se premia son aquellos que se presentan como autosuficientes e independientes del conjunto. El hacer cuanta mayor cantidad de cosas solo, el vivir solo, el mostrar un desapego emocional respecto al resto de personas son cualidades que se alimentan desde que somos hombrecitos. Estar solo y no depender de nadie es el objetivo a cumplir.

"Si quieres puedes", nos dicen. La responsabilidad se sitúa fundamentalmente en un plano individual, de manera que cada uno es responsable/culpable de su propio fracaso o éxito en todos los niveles de la vida, desde el más trivial al más trascendente, como la búsqueda de la felicidad. Valoramos a los demás según unos criterios rígidos y convencidos de que si uno no es capaz de conseguir algo es porque no le da la gana. No nos damos cuenta de que esta ligereza de juicio opera también en contra nuestra, respecto tanto a la autoexigencia, como a las exigencias sociales, con las que los demás valorarán el echarnos o no una mano cuando lo necesitemos. ( y lo necesitaremos). Y sobretodo, no nos planteamos que quizás nosotros, todos, tengamos algo que ver en el itinerario vital e individual de los individuos, que las formas que adoptamos como sociedad condicionan las capacidades y posibilidades a nivel personal. Nos sacudimos de encima la responsabilidad colectiva, no nos interesa.


¿Nos hace felices entonces esta exacerbación de la independencia? Creo que no, y aquí comenzó la revelación: Yo no quiero estar sola, es más, necesito de los demás para sentirme plena y feliz.


Hay una película preciosa, Hacia rutas salvajes, que ilustra muy bien lo que quiero decir. El protagonista se va solo, se aleja de los demás, buscando la chispa de la vida, la razón de su existir, vaya. Tiene un montón de experiencias, conoce a muchísima gente, pero su objetivo final es alejarse del mundo, que está algo corrompido, y disfrutar de lo que para él representaba la belleza pura, que era la naturaleza salvaje. Llega allí, al lugar soñado, a un lugar prístino y natural, sin ningún hombre alrededor, y entonces se da cuenta de que tanta belleza no tiene sentido, que no es tal, si no se comparte.


Las percepciones, las sensaciones, se generan dentro de nosotros mismos, descubrimos el mundo a través de nuestros ojos, de nuestra piel... pero lo disfrutamos cuando lo compartimos. Creo que ésa es la felicidad más plena, la que se experimenta al compartir, al coincidir con un igual en un trozo de vida.

Por otra parte, y siguiendo con la “revelación”, creo que existe la co-dependencia. No somos pequeños seres aislados unos de otros, el Otro no es alguien con el que no tenemos nada que ver y ante el que disimular cualquier carencia, no tenemos que ser pequeños dioses capaces de resolver todo nosotros solos...

Qué coño! reniego de esas ideas absurdas! Somos personicas, normales y corrientes, cada uno de nosotros único, irrepetible y, por otra parte, igual al de al lado. Necesito de ti y de ti y de ti, y de ti también y ya no siento esa chorrada de ser absolutamente independiente y capaz, que me llevaba de cabeza.

El mundo no es nada si no se comparte!. ¡Me declaro absolutamente co-dependiente de todos vosotros!

Así que mil gracias a todos por estar ahí, os necesito!


Especiales gracias a Axel.


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