Y deja de pensar.
Porque sólo pensamos en nosotros mismos, nos damos demasiada importancia... lo que fallamos, lo que olvidamos, lo que anhelamos....
Ya basta.
Huele, siente, rastrea la belleza. El mundo es tan grande y tan maravilloso y nosotros tan pequeños e insignificantes...
En medio de la tormenta nuestra cabeza loca nos engaña, nos hace creer que eso es lo único que importa, la puta tormenta que nos arrastra hacia el fondo.
Pero no es cierto.
La tormenta se pasa, todo pasa, el tiempo continúa su tictac y, sobretodo, nosotros no somos tan poderosos como para crearlas. Simplemente existen.
C´est la vie.
Esta vida que a veces duele tanto. Pero recuerda, duele porque estás vivo.
No nos caemos si no corremos, no nos salimos de una curva si nos quedamos en casa en vez de ir a ver el mar, no nos quemamos la mano si no hacemos un bizcocho, no nos sentimos solos si no sabemos qué es la compañía y no nos duele el corazón si no amamos.
Así que sigue!, con la pierna rota, lleno de tiritas y el corazón hecho pedazos... Pero sigue.
Ahora se trata de sobrevivir.