martes, 26 de agosto de 2008

Cuento de Sam


Un día se despertó y fue consciente. Se moría.
Sintió la finitud de su vida, la certidumbre de su muerte y se sintió vivo, más vivo que nunca.
¿Cómo podía no haberse dado cuenta hasta ese momento? ¿Qué demonios había estado haciendo?
Era una sensación extraña....excitante, liberadora, incluso prometedora.
Me muero, se dijo. Y me muero yo, no se muere mi mujer, ni mi hijo, ni mi madre, ni mi jefe....me muero yo.
Y ante esa certeza comenzó a pensar con increíble claridad. Si mi muerte es mía y sólo mía, ¿por qué mi vida pertenece a otros?

lunes, 25 de agosto de 2008

Pensamiento después de unas cervezas


Al final siempre ocurre, después de unas copas surgen esas conversaciones pseudofilosóficas, en las que alguien del grupo se plantea algo supuestamente profundo.


Sin embargo, para mí, este planteamiento es un tanto frívolo..., sin querer realmente adentrarse en el meollo del asunto, se pasa apenas por encima de la cuestión profunda, se esbozan unos cuantos comentarios típìcos, dependiendo del disfraz y, por supuesto, ni siquiera se plantea porqué piensan de esa determinada manera.

El caso es que yo, a veces, dependiendo de las copillas que me haya tomado, pico. Me desnudo y cuento mis puntos de vista, mi primera desazón ante ese determinismo que nos rige.... Y...., no me dejan seguir.

Ante esa visión, para ellos, desoladora del mundo, donde el individuo se diluye en la masa, con lo cual prácticamente deja de existir, donde apenas dispone de capacidad de elección....no quieren seguir escuchando. A partir de ahí, sus oídos se cierran y son vanos todos los esfuerzos por explicarme, por decir que es justo ese determinismo el que nos libera de toda misión, el que nos deja libres para bucear en nosotros mismos y hacer y pensar lo que nos de la gana, lo que nos hace libres del mañana y dueños del hoy.

lunes, 11 de agosto de 2008

Viajar




La verdad es que no me gusta demasiado (más bien nada), hacer turismo. No me entusiasma ver museos (salvo los de arte contemporáneo, que siempre busco), ni iglesias, ni palacios,.... No me gusta tener que cumplir el circuito marcado en el plano y sufrir esa ansiedad por tener que pasar por todos los puntos resaltados para hacerme la foto de rigor. Me da igual no ver nada de lo que se supone interesante.
Entonces, ¿por qué viajo? ¿por qué cada cierto tiempo necesito imperiosamente marcharme?
Creo que para vivir otra vida. Desde el mismo momento en que cierro la puerta de casa soy otra persona, desaparece todo lo cotidiano y aparece la posibilidad de convertirme en otra, de adquirir otras rutinas, con otra gente, con el sabor estimulante y emocionante de todo lo novedoso. Así que, cuando me voy de viaje, me gusta estar tiempo en un sitio, haciéndolo poco a poco mío, la cafetería del desayuno, el kiosco, el supermercado,.... Dejo una parte de mí en cada ciudad.
A veces pienso que es una forma de garantizarme la huída por si tengo que salir corriendo de mi mundo habitual tener un sitio adonde ir y cobijarme.

viernes, 1 de agosto de 2008

MÚSICA



Hola
Me parece impresionante el poder de sugestión de la música, ¿has probado a escribir con música alguna vez?. Puedes estar dispuesto a pensar en algo, pero si no das con la adecuada tu cabeza se irá, vagará libre hacia donde le de la gana sin que tu voluntad pueda hacer nada. Una y otra vez volverá a ese estado mental y físico, dejándose emborrachar de esas sensaciones no buscadas.
Por ejemplo, a mí los violines me resultan...mmmm, digamos trágicamente terrenales. Me explico, me despiertan una sensibilidad a flor de piel, voluptuosa, sensual, y a la vez increiblemente trágica, como esos abrazos y caricias que das, sabiendo que te hieren porque nunca más volverás a disfrutarlos. Su sonido puede ser un último llanto que no puedes ni quieres evitar. Es bonito.
Las flautas son traviesas, juguetonas, con un punto onírico. Suelen ir por libre y con ellas me siento etérea, leve, capaz de ir de aquí para allá, sin ser apenas perceptible. Se escapan de una melodía más o menos solemne y junto a ellas floto, dando saltos entre un fagot y otro, dejando el rastro de un pequeño soplo de aire. Me arrebatn menos que los violines, pero me arrancan sonrisas.
El piano es soledad. Me tranquiliza, me para, me centra. El piano es serio y denso, increiblemente introspectivo. Me acompaña cuando surgen esos pensamientos olvidados y me cobija mientras, poco a poco, por fin, voy entendiendo. A veces doloroso, pero siempre hermoso.
En fin, ¿qué más decir?. La música, como reconocida onda que soy, mi hermana, mi parte, quizás, por momentos, yo. Que disfrutes.

** Si quieres, prueba a escuchar a Debussy.

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