lunes, 20 de octubre de 2008

Una manía

Me encanta mirar a la gente, me quedo pasmada, creo que hasta con la boca abierta, según dice mi arrimao. Me resulta fascinante todo aquello que decimos sin querer, lo que nos retrata.
Cada vez más, pienso que las palabras son un sistema de comunicación muy pobre, muy distorsionado. Con las palabras mentimos, manipulamos, se crean malentendidos, nos quedamos cortos a la hora de explicar sensaciones,...
Y es el medio de comunicación del que presumimos, el que nos identifica. Curioso.
No es que no me gusten las palabras, qué va, también me encantan. Pero sobretodo me interesan en cuanto su uso como símbolos, es decir, lo que conlleva el utilizar una u otra palabra para definir o comunicar algo, más allá del uso intencional de la misma.
Por ejemplo, si oímos a alguien decir la palabra "arradio", todos sabemos exactamente a qué se refiere, quizás hasta la utilicemos nosotros, nadie va a pensar que se está refiriendo a un botijo.
Pero lo que me parece verdaderamente interesante y fascinante es la cantidad de información/intuición sobre esa persona, que nos proporciona tan solo una palabra: su nivel de educación, más o menos su status social, si le gusta leer o no, con qué tipo de personas suele hablar, etc...
Desde esa perspectiva sí me interesan las palabras, pero es el discurso, la pretensión de articular un pensamiento o una sensación mediante ellas, lo que cada vez me convence menos. Miro y me interesan las palabras que utilizamos, igual que la postura que ponemos, el tono de voz, la mirada, la camiseta que llevamos puesta, como parte de nuestro retrato inconsciente.
Y volvemos a mi manía de mirar, creo que tiene algo que ver con que me gustan las personas como son y no como quieren ser. Y es en esos detalles inconscientes donde las veo.
Así que, señora, señor, chaval.., perdónenme si me quedo mirando o escuchando, creo que no soy una cotilla, sólo les estoy admirando.

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