Tras otro ataque de locura transitoria, esta vez, de intentar mezclar relaciones laborales y humanidad... (sí ya sé que soy idiota), vuelvo a mi estado natural: la vagancia, el despiste, el empanamiento....
Y el caso es que preferiría hacer algo, mover el culo. Pero, qué hacer? y para qué?, con qué objetivo?
He ahí el germen de mi vagancia: el sinsentido
1 comentario:
Cuando nos obsesionamos con el destino, corremos el peligro de no disfrutar del viaje
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