Entonces, ¿por qué viajo? ¿por qué cada cierto tiempo necesito imperiosamente marcharme?
Creo que para vivir otra vida. Desde el mismo momento en que cierro la puerta de casa soy otra persona, desaparece todo lo cotidiano y aparece la posibilidad de convertirme en otra, de adquirir otras rutinas, con otra gente, con el sabor estimulante y emocionante de todo lo novedoso. Así que, cuando me voy de viaje, me gusta estar tiempo en un sitio, haciéndolo poco a poco mío, la cafetería del desayuno, el kiosco, el supermercado,.... Dejo una parte de mí en cada ciudad.
A veces pienso que es una forma de garantizarme la huída por si tengo que salir corriendo de mi mundo habitual tener un sitio adonde ir y cobijarme.
1 comentario:
Coincido contigo en tu forma de vivir los viajes. Mi problema es que también tengo la imperiosa necesidad de estar hasta en el último rincón que pueda tener algún encanto (ya sean museos o plazas, cementerios o aeropuertos...)y claro, las dos cosas juntas con solo 24 horas al día, hacen que mis ferzas se tambaleen... Y si de disfrutar se trata, ¡tampoco es eso!
¡Hala! y a ver si cuidamos un poco más el blog y le metemos más caña, que es interesante y querría vincularlo al mío...
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