El caso es que hace un tiempo estaba en uno de esos impasses que a mí me gustan tanto porque el no hacer nada está justificado socialmente, está uno esperando, oiga, cuando me encontré con el Ruiseñor y la rosa. Lloré. Allí sentada, en el agradable anonimato de una enorme sala de espera vacía, lloré, sentí la ilusión, la esperanza, la espina, la soledad y su final. En unas cuantas páginas el señor Wilde nos muestra la belleza de la Vida, el desaliento de vivirla y nos deja sin respuestas, como le gustaba hacer.
1 comentario:
"...nos muestra la belleza de la Vida, el desaliento para vivirla y nos deja sin respuestas, como le gustaba hacer."
Como usted señor Grumosky nos la muestra aquí, en este, su pequeño rinconcito.
...volver a recordar cosas que nunca debieron ser olvidadas.
Gracias
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