lunes, 16 de noviembre de 2009

Mi dolor

Soy cerrada, hermética, introvertida.... y además, no sé gestionar el dolor. Me cuesta mucho mirar "pa" dentro y permitirme llorar y sentir, así que lo voy haciendo a ratos, digiriendo poco a poco el sentimiento hasta que soy capaz de hablar de él con cierta perspectiva.
Hace poco más de un mes tuve un aborto. Cuando me preguntan doy mil respuestas lógicas, pongo mi mejor sonrisa y cambio de tema. A algunos, igual hasta les parece que soy brusca o que lo explico con frialdad. Los que piensan así no se equivocan, en parte se debe a que es un tema personal y a nadie le importa un comino, y en parte a que las tripas y el corazón todavía los tengo en carne viva.
Lo que suponía esa idea en ese momento es algo de lo que aún no estoy en disposición de hablar, sobretodo porque se me hace tal bola en el estómago que vomito todo y me atraganto con las lágrimas. Así que lo tengo reposando, lo regurgito de vez en cuando, lo mastico un rato y me lo trago de nuevo hasta que un día me pase por la garganta sin hacer esfuerzo.
Estas cosas, los dolores que nos pasan a todos, a mí me agudizan la manía de cuestionarme todo, de encontrar un sentido, que me convenza, al hecho de levantarme todos los días. Supongo que a eso se le puede llamar tristeza. Y por muy estúpido y absurdo que le pueda parecer a algún listo de la vida, una de las cosas que me arranca todos los días sonrisas, por muy triste que esté, es Ulises. De modo que Uli es sagrado, me da Vida y me ayuda a hacer la "digestión".
Sin embargo, Uli no puede hacer desaparecer lo vulnerable y lo débil que me siento. Estoy triste, sensible y blanduja. En este estado, cualquier acontecimiento, por pequeño que sea, puede afectarme, más, si se trata de un torpedo directo a la línea de flotación, a ese dolor aún no digerido.
Supongo que, en cierto modo, todos vivimos en un estado de limbo y de idiotez que, a menudo, nos hace juzgar lo que tenemos alrededor. La mayoría de las veces se guarda silencio sobre la intimidad de los demás, bien porque no nos importe, por respeto o porque somos conscientes de que opinar respecto a algún tema puede abrir una caja de Pandora difícil de controlar. Pero, hay veces, que aparece un list@ de la vida que, desde la atalaya de la estupidez, se siente iluminad@ para hacer un análisis de parte de nuestra pequeña y vulnerable intimidad y nos hace polvo. Con la osadía de todos los tontos meten la zarpa en heridas abiertas sin que nadie les haya dado vela en ese entierro ( nunca mejor dicho). Y aunque uno intente pasar por alto la intromisión, pensar que el sujeto es imbécil perdido, contextualizarlo dentro de una conversación (igual de imbécil que el sujeto) o simplemente intentar olvidarlo.... a veces es imposible, y el dardito envenenado se queda ahí, haciendo pupa.
Hace unos días que estoy así, intentando curarme rápido e incapaz de soportar el dolor esparcido gratuitamente.
Cuando era pequeña empecé a hacer limpieza de gente. Cada cierto tiempo me desprendía de los elementos tóxicos o que a mí me producían alergia y creo que era una buena práctica, me ahorraba disgustos. Cuando uno se hace mayor, pensamos que ciertas circunstancias nos obligan a transigir con elementos que no nos son gratos e intentamos mirarlos de un lado, de otro, del derecho, del revés...pero no hay nada que hacer, como siempre, a las tripas no se las puede engañar, son muy sabias ellas y el tiempo termina dándoles la razón. Nos hacen daño.
Así que, pequeñ@ estúpid@, a pesar de que yo no he hecho limpieza a tiempo, no estaría mal que aprendieses a callar la boca, mirar un poco tu alrededor e intentar no abrir cajas de Pandora que luego son difíciles de cerrar, con tu ignorancia arrogante haces daño.
Me voy a vomitar, ya no me quedan lágrimas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

un beso lleno de amor

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