viernes, 10 de julio de 2009

Una tarde con Elisa

Llevaba un tiempo que me había abandonado la música, que andaba un poco tristoncilla yo. Pero esta semana, poco a poco, ha vuelto.

Estaba esta mañana escuchando Everyone´s gone to the moon de Nina Simone (viva la señora Simone!!!), cuando me he acordado de Elisa.
Elisa es una interesantísima personita de 6 años, que me tiene fascinada y que hace un tiempo me dió una de las mejores lecciones que me han dado en la vida y que yo, como soy un poco idiota, aún no he terminado de aprender.

Una tarde, su madre tenía que hacer algunas cosas y se quedó conmigo. Se quedó sentada a la mesa de mi despacho, tranquila, introvertida, esperando pacientemente a que viniera su madre, sin pedir absolutamente nada, simplemente miraba por la ventana y de vez en cuando me sonreía. Como ya he dicho que padezco de idiotez, yo no paraba de hablar, de preguntarle cosas del cole, de sus amigos, le dije si quería pintar o jugar a algo, pero ella me decía tranquilamente que no. Me acordé de una bolsa de chuches que tengo en el armario y le ofrecí, ella cogió sólo una piruleta y se la guardó en el bolsillo.

- Elisa, cariño, puedes comerte la piruleta ahora y coger lo que quieras para luego.
- Es que prefiero guardármela para cuando me apetezca de verdad.

Toma ya!
Me reí y me atraganté, porque yo ya tenía tres gominolas en la boca.

Pero eso no fue todo, como yo seguía hablando me dijo: - Cristina, no hace falta que me hables, podemos mirar por la ventana y ya está.
Y me enseñó el silencio y la agradable intimidad que se crea al compartirlo.
Nos quedamos allí, mirando los árboles y las nubes, y de vez en cuando, nos sonreíamos.

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