miércoles, 4 de septiembre de 2013

Quiero una cocina, oiga

Quiero una cocina. Una cocina de las de antes, normales y corriente, nada de esas moderneces de barra americana y casa loft. Yo quiero una cocina de las de verdad.
Es que es menos solemne y más entrañable oiga, que parece que si se sienta uno con la visita en el salón ya tiene que hablar todo el rato y de cosas pseudo-interesantes.
Una cocina da para mucho, oiga. Esas charlas de todo y nada, que surgen de la profunda meditación tras mirar un canelón de atún, con una copa de vino o una cervecita mientras escuchas la radio.
Yo quiero una cocina con mesa grande. Para ensuciarla y llenarla de harina y aún con eso, hacer un hueco en una esquina para tomarme un té. Para que quepan muchos platos y poder probar muchas cosas.
Y nada de una cocina de esas todas blancas e impolutas, uy! por dios qué cosa más fría y más aséptica!. No,  yo quiero una cocina con manteles de cuadros y una ventana con flores y cortinas. Y con muchos colores!
Para no pensar en nada sesudo.
Que quiero una cocina normal, como la de mi abuela, oiga.

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