martes, 3 de abril de 2012

Hogar

Siempre he pensado que las ausencias se notan en el tiempo. En los primeros momentos la avalancha de estímulos es tal que a duras penas podemos gestionar la información.


Y apenas sentimos. O sólo sentimos punzadas del sentimiento dominante. Algo basto, poco sutil y muy intenso. Como cuando te echas a la boca una comida picante y sólo al rato empiezas a notar los aromas soterrados, ésos que aparecen poco a poco, se instalan y se quedan en la memoria.


Son esos matices, esos sentimientos tranquilos y pausados los que verdaderamente permanecen.


Pero ya me estoy yendo por las ramas....


Hoy temprano me he ido para casa, la que todavía es mi casa... De repente, la echo de menos.


Concepto de hogar. ¿Qué hace un hogar? ¿Nuestra esencia impregnada en cada rincón? ¿Objetos, paredes y espacios llenos de recuerdos?.


Nuestra madriguera, donde nos sentimos seguros, donde cada rincón tiene su función. Lugares para estar tristes, para bailar, para hablar, para pensar, para soñar...


Espacios definidos por el uso.


Lugares inamovibles, pilares donde volver porque siempre están. ¿Siempre...?


Lugares...


Y personas..., seres con los que tenemos una relación cómoda, alegre y fácil con pocos resquicios de incertidumbre. Personas con quien descansar, porque no es necesario definirse y reinventarse constantemente si no te apetece. No tengo que contarte quién soy, ya me conoces.


Coherencia y consonancia.


Tranquilidad.

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